Globalismo y totalitarismo en el siglo XXI: Una
evaluación pesimista (en el corto plazo ) cultural


Globalism and Totalitarism in the 21st Century: A Pessimistic Assessment (In the Short Term)

Craig A. Deare

National Defense University

[email protected]

Resumen: El sistema internacional se encuentra en una situación de gran incertidumbre, en la cual la influencia de los Estados nación soberanos se ha debilitado dramáticamente. Hay muchos otros actores importantes que ejercen poder en el sistema: actores económicos independientes con enormes cantidades de capital; actores armados no —estatales (incluyendo grupos de crimen organizado transnacional y entidades terroristas); un incremento exponencial de más de 5000 organizaciones intergubernamentales y alrededor de 25 000 organizaciones no gubernamentales internacionales. Esta evolución es el resultado lógico del desarrollo gradual del crecimiento científico y tecnológico a través de la historia, acelerándose después de la revolución industrial de los años 1860. Obviamente, no podemos minimizar la gran influencia del pensamiento filosófico, político, y económico ocurrido en Europa en los siglos XVIII y XIX. Si bien es cierto que la globalización empezó hace siglos, los vínculos entre seres humanos del siglo XXI hechos posibles por los avances en las tecnologías comunicacionales es verdaderamente extraordinario. En el corto plazo, actores totalitarios tienen la ventaja, pero en el largo plazo, la libertad vencerá.

Palabras clave: globalismo, totalitarismo, sistema internacional, autoritarismo, libertad.

Abstract: The international system is in a situation of great uncertainty, in which the influence of sovereign nation —states has been dramatically weakened. There are many other important actors wielding power in the system: independent economic actors with enormous amounts of capital; non —state armed actors (including transnational organized crime groups and terrorist entities); an exponential increase of more than 5,000 intergovernmental organizations and around 25,000 international non —governmental organizations. This evolution is the logical result of the gradual development of scientific and technological growth throughout history, accelerating after the industrial revolution of the 1860s. Obviously, we cannot minimize the great influence of philosophical, political, and economic thought that occurred in Europe in the 18th and 19th centuries. While it is true that globalization began centuries ago, the links between human beings in the 21st century made possible by advances in communication technologies are truly extraordinary. In the short term, totalitarian actors have the advantage, but in the long term, freedom will win.

Keywords: globalism, totalitarianism, international system, authoritarianism, liberty.

El editor invitado de este volumen, Santiago Fernández Ordóñez, realizó una llamada para contribuciones con respecto al tema de globalismo y totalitarismo en el siglo XXI. Al enmarcarlo, Fernández Ordóñez establece de manera simultánea los argumentos a favor y en contra de la globalización y el globalismo. En dicha llamada, también postuló una serie de preguntas provocativas. Mi propósito en este ensayo en reflexionar sobre estas preguntas. Le advierto al lector que mis respuestas se basan en una inclinación estadounidense, una que opina que los años de mejor estabilidad internacional ocurrieron entre las décadas de 1960 y 2000.

Partamos de una realidad indiscutible: el sistema internacional se encuentra en una situación de gran incertidumbre, en la cual la influencia de los Estados nación soberanos se ha debilitado dramáticamente. Hay muchos otros actores importantes que ejercen poder en el sistema: actores económicos independientes con enormes cantidades de capital; actores armados no estatales (incluyendo grupos de crimen organizado transnacional y entidades terroristas); un incremento exponencial de más de 5000 organizaciones intergubernamentales y alrededor de 25 000 organizaciones no gubernamentales internacionales (Hough et al., 2021).

Esta evolución es el resultado lógico del desarrollo gradual del crecimiento científico y tecnológico a través de la historia, el cual se aceleró después de la revolución industrial en la década de 1860. Por supuesto, no podemos minimizar la gran influencia del pensamiento filosófico, político, y económico ocurrido en Europa en los siglos XVIII y XIX. Si bien es cierto que la globalización empezó hace mucho tiempo, los vínculos entre nosotros —los seres humanos del siglo XXI—, hechos posibles por los avances en las tecnologías comunicacionales, es verdaderamente extraordinario. Considere: hace cincuenta años, si dos personas en continentes distantes querían comunicarse, la única manera de hacerlo era por correo escrito; además, dependían de servicios de Gobiernos soberanos para realizar dicha comunicación. Desde hace más de diez años, una persona en casi cualquier país puede comunicarse con otra en casi cualquier parte del mundo sin el permiso del Gobierno. Esto es revolucionario, y es uno de los muchos ejemplos del gradual debilitamiento del Estado y su participación en el sistema internacional.

La llamada que nos hace Fernández Ordóñez tiene como propósito fundamental examinar los aspectos positivos y negativos de la globalización, el globalismo o el internacionalismo en el siglo XXI, y en particular la competencia entre poderes motivados por un mundo abierto caracterizado por la libertad versus Gobiernos tiránicos y autoritarios. A pesar de la visión optimista de Francis Fukuyama a finales de los años 80 de que la historia se había terminado en cuanto a la certeza de la superioridad de Gobiernos liberales sobre los autoritarios, los autoritarios no han desparecido. Incluso, uno puede argumentar con fundamentos que los autoritarios tienes la ventaja (Fukuyama, 1992). Es con base en esta situación en el verano del 2024 que tratamos de contestar las preguntas planteadas.

Antes de continuar, reconozcamos las diferencias entre la globalización y el globalismo; también reconozcamos que hay mucha literatura al respecto, con muchas visiones distintas. Para simplificar, la globalización es un fenómeno que ha existido por mucho tiempo. Aún antes de la invención de barcos para transportarse sobre las aguas, grupos de individuos intercambiaban bienes y servicios, conceptos relacionados al arte, ciencia, religión, agricultura…en fin, todo lo imaginable. Estas tendencias se expandieron conforme a la tecnología lo permitía. Es decir, la globalización no es nada nuevo; lo nuevo es la velocidad con que se puede compartir información y bienes tangibles. La globalización tiende a entenderse primordialmente como un concepto económico, pero es más amplio que simplemente lo comercial. Por su parte, el concepto del globalismo es muy distinto a la globalización, pero tiene muchas definiciones contrarias. Yo entiendo globalismo como la visión de personas que piensan que la solución de la pobreza, la desigualdad, la discriminación, etc. —sobre todo en países con pocos recursos—, es la creación de un Gobierno global, capaz de distribuir todos los bienes y riquezas a los ciudadanos del mundo de manera más equitativa. En pocas palabras, es una visión de gente que rechaza la noción de individuos con agencia propia, que requieren que autoridades superiores ordenen sus vidas. Me parece que es una visión con casi nulo conocimiento de la forma en la cual los seres humanos se han organizado por milenios. Se les ha olvidado que los Estados nación no tienen sociedades, sino que sociedades se organizan para crear entidades que ejercen algún nivel de gobernabilidad. Mientras más grande la entidad generada, hay mayor dificultad en entender y representar los intereses de la ciudadanía. Precisamente por eso que estimo que la viabilidad de un Gobierno global tiene pocas posibilidades de tener éxito en el futuro visible. De manera semejante, aunque los Gobiernos totalitarios gozan de la ventaja de actuar sin la aprobación de la población, lo cual ofrece beneficios en el corto a mediano plazo, me parece que los valores de la libertad triunfarán en el largo plazo.1

¿Estamos viviendo bajo un Gobierno único mundial de facto? A mi juicio, definitivamente no, y estamos muy lejos de alcanzar esa visión optimista e idealista para sus aficionados. Hace falta mucho, pero muchísimo tiempo para que los seres humanos logren llegar a una capacidad intelectual y emocional para empezar a construir instituciones requeridas para alcanzar ese sueño.

¿Prosperará la propuesta de formar un Gobierno formal único? Es posible, pero no en el corto ni mediano plazo. Si las teorías de la evolución del homo sapiens son correctas, los predecesores del homo sapiens empezaron a caminar erectos hace seis millones de años, y el homo sapiens como tal empezó a desarrollarse hace un millón de años. Evidentemente, la evolución fisiológica es diferente a la evolución intelectual, pero claro que hay una relación importante en cuanto al tamaño del cerebro. A pesar de la evolución de la tecnología en el siglo XXI, el desarrollo antropológico del ser humano está limitado por factores que aún no se pueden cambiar. Dicho eso, las nuevas destrezas descubiertas para editar los genes, la nanotecnología y la velocidad del desarrollo de la inteligencia artificial sugieren la probabilidad de generar la capacidad de modificar el ser humano, incluyendo el cerebro, en un futuro no muy lejano (dejando de lado, por el momento, las cuestiones éticas y morales relacionadas a dichas modificaciones). La gran pregunta involucrada aquí es la siguiente: ¿quién controlará esta tecnología y para qué fines se modificará el cerebro?

¿Quiénes son los promotores del globalismo y qué visión tienen de la naturaleza humana? Esta pregunta requiere su propio volumen. Hay muchas visiones distintas sobre el concepto del globalismo.2 Sin entrar en la profundidad de visiones distintas, mi preocupación es que muchos de los promovedores de las bondades del globalismo tienen una visión muy controladora, la cual difiere totalmente de la visión liberal (a la cual yo me adhiero). Sin duda muchos de los que proponen una visión del globalismo lo promueven porque piensan que las sociedades abiertas requieren instituciones fuertes, las cuales limitan las libertades del individuo. Es decir, son tendencias contradictorias. Dado que la filosofía del liberalismo se enfoca en las libertades del individuo, mientras que el concepto del globalismo se basa en la idea del control gubernamental, las tensiones son muy difíciles de resolver.

¿Cómo se puede medir el poder de ciertas organizaciones internacionales? ¿Va en aumento? Dado que estas preguntas se encuentran tan vinculadas entre sí, las agrupo para que la respuesta sea más coherente. Con respecto al poder, está claro que cuantificarlo es difícil. Podemos hacerlo con el número de organizaciones, al igual que los presupuestos que manejan, pero medir la influencia ejercida en el sistema internacional no es tan sencillo. Sin embargo, no hay duda de que tanto el crecimiento del número de organizaciones internacionales, que es notable, al igual que la cantidad de dinero que manejan, ha resultado en mayor presencia e influencia en el sistema. Otra manera de pensarlo es observar si la organización internacional tiene la capacidad de tomar decisiones independientes del control de un Estado soberano… y si tiene la autoridad y legitimidad de hacer cumplir esa decisión. La evidencia sugiere que la cantidad de organizaciones internacionales capaces de realizar estas actividades ha aumentado. Simplificándolo demasiado, los Estados permiten la participación de organizaciones internacionales por una razón fundamental: ceder un poco de soberanía nacional para lograr algún beneficio. Un ejemplo importante es la Unión Europea, que es quizás el modelo deseado por los de una visión globalizada: una entidad establecida por países europeos para integrarse de manera política, económica y social. Es el resultado de una evolución deliberada; cabe notar que hay varios países que han optado por no unirse a la Unión (Islandia, Noruega y Suiza) y uno que decidió salirse (Reino Unido).

Consideramos otro ejemplo conocido que es las Naciones Unidas: una organización internacional, establecida en 1945 después de la Segunda Guerra Mundial, que arrancó con una membresía de cincuenta y un países soberanos y un presupuesto de diecinueve millones de dólares. Su propósito inicial era prevenir otra guerra mundial, proteger derechos humanos, establecer justicia internacional y promover el progreso social. Hoy, cuenta con 193 países miembros, 17 «agencias especializadas», 14 «fondos», emplea más de 85 000 personas y gasta decenas de billones de dólares anuales. Sin duda la ONU ha tenido ciertos éxitos, pero es una burocracia enorme, cara, ineficiente y poco transparente. Pero esta organización internacional es apenas una de miles, muchas de ellas con un enfoque más específico que la ONU. Lo cierto es que las organizaciones internacionales tienen mayor influencia hoy que hace cincuenta años, y algunos son actores importantes en el sistema internacional.

¿Cómo se manejan y financian, y cómo logran influir sobre diversos Gobiernos nacionales? Dada la gran cantidad de las instituciones, y sobre todo las diferencias que existen entre ellas, es imposible dar una respuesta corta y precisa para un tema tan complejo. No es sorprendente que la mayoría del financiamiento provenga de Estados soberanos. En términos absolutos, los donantes mayores son EE. UU., Inglaterra, Japón, y Alemania; sin embargo, en términos per cápita, estos son Noruega, Suecia y Dinamarca. Es notable que una fundación privada —la de Bill y Melinda Gates— se encuentra entre las más importantes. Hay muchas organizaciones internacionales que son financiadas por donaciones individuales, como Greenpeace y Amnesty Internacional. Con respecto a la cuestión de cómo logran influir a los Gobiernos, hay varios modelos, pero para el país receptor hay organizaciones que son bienvenidas y otras que no lo son. Sin embargo, reitero lo anterior: si la organización internacional tiene la capacidad de tomar decisiones independientes del control de un Estado soberano, y tiene la autoridad y legitimidad de hacer cumplir esa decisión, puede intervenir en los asuntos internos de un país soberano.

¿Quiénes fijan las agendas que reclaman la atención de los Gobiernos nacionales, como por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) 2030? Esta pregunta me hace recordar cómo surgió la iniciativa, de un sector importante de la sociedad británica, para salirse de la Unión Europea —lo cual tuvo que ver con el hartazgo con decisiones tomadas en Bruselas, sobre las cuales no tenían ninguna voz—. En el caso de los ODM 2030, son el resultado de las deliberaciones de los representantes de los Gobiernos en la ONU empezando al inicio del milenio. Los objetivos iniciales fueron ocho, pero han incrementado a diecisiete. En términos generales, el proceso ha sido criticado por una falta de transparencia, lo cual resulta en una legitimidad cuestionada, dado que muchas veces no se consideraron las voces de los países receptores de los fondos de los ODM 2030. Es semejante a una crítica general de la ONU, la cual es establecer objetivos no alcanzables sin las estrategias y recursos para lograrlos.

¿Son estos Gobiernos internacionales elitistas o representativos? Otra pregunta que no tienen una respuesta sencilla. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estas entidades se organizan por «expertos», o por lo menos gente interesada en un tema específico, como el cambio climático o la migración. No se construyen basándose en una representación de la sociedad, sino en la de un grupo de personas que se podría caracterizar como elitista. Claro que esta gente elitista argumentaría que sus metas sirven los intereses de las sociedades.

¿Cómo se puede lograr una amplia participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones globales? Y bueno, esto depende totalmente de la forma del gobierno, y obviamente los Gobiernos totalitarios están ausentes de cualquier discusión sobre una participación ciudadana. Entre los Gobiernos con una forma democrática, tenemos que tomar en cuenta que hay varios modelos, incluyendo la democracia directa, democracia representativa, democracia constitucional, democracia parlamentaria, democracia presidencialista, democracia preveniente, entre las más conocidas. Todos estos modelos tienen como propósito empoderar a la población de un Estado a influir en la gobernabilidad sobre la sociedad en la que viven. En la mayoría de los casos, la sociedad está más interesada en asuntos locales y domésticos, dado que estas decisiones le afectan más que asuntos globales. Pero en el siglo XXI, el nivel de interconectividad es tal que asuntos globales sí pueden tener un efecto local, y por eso hay mayor interés de la ciudadanía con respecto al proceso de toma de decisiones globales. En resumen, requiere una decisión consciente y deliberada de crear mecanismos para promover la comunicación entre la sociedad y los políticos «representativos», que casi por definición son los cuerpos legislativos.

¿Qué mecanismos de coerción tienen a su disposición las organizaciones intergubernamentales y las no gubernamentales para imponer sus agendas? Independientemente del uso del término influencia versus el de coerción, a final de cuentas esto se refiere a la capacidad que tiene la organización de ejercer un efecto de acción en el sistema internacional. El mecanismo de mayor coerción es el económico. Otro mecanismo importante es la presión ética o moral ejercida por campañas de información, como la divulgación de datos de corrupción o acciones ilícitas realizadas por Gobiernos o individuos clave. Dependiendo del Gobierno de turno, estas campañas de información pueden resultar inconvenientes, pero no tienen el efecto de cambiar su actuación. El mecanismo económico resulta ser el más poderoso porque, al afectar la capacidad del Gobierno de entregar bienes y servicios a la sociedad, tiene efectos importantes que no se pueden ignorar.

¿Conviene formar una organización no gubernamental global para promover ciertos puntos de vista, como, por ejemplo, la primacía del ser humano frente a los animales? La evidencia demuestra claramente que sí; por algo hemos visto el crecimiento dramático en organizaciones no gubernamentales a través de los años. Si bien es cierto que algunas ONG han existido por muchos años —como el Comité Internacional de la Cruz Roja— la realidad es que el aumento de estas organizaciones ha aumentado de manera sistemática desde los años 80. No hay duda que han contribuido positivamente en el sistema internacional, incluyendo haber influido en la derrota del apartheid en Sudáfrica, el fin de la dictadura en Chile, o la creación de un tratado internacional para prohibir minas terrestres. Ahora bien, contestando la pregunta especifica, quizá sí sea necesario en un ambiente donde PETA Global promueve los intereses de los animales.

¿Qué recursos tienen los ciudadanos del mundo para defender sus derechos frente a posibles imposiciones emanadas de entes internacionales? Los ciudadanos de países soberanos tienen dos recursos disponibles: riqueza individual, o un país soberano suficientemente poderoso para resistir la influencia —o la coerción, si prefiere —de las organizaciones internacionales. Lo preferible es un gobierno fuerte, uno que tiene la capacidad de permitir la participación de una ONG que contribuya al bienestar de la ciudadanía, y simultáneamente resistir la penetración de una entidad cuya presencia tuviese un impacto negativo. Pero en el caso de un país con instituciones débiles, el ciudadano tiene que ser autosuficiente, lo cual es difícil con recursos limitados.

¿Qué obstáculos y qué estímulos enfrentan los mercados abiertos en el siglo XXI? Pregunta importantísima. El desarrollo gradual de mercados abiertos de los últimos dos siglos está bajo presiones importantes a estas alturas en el siglo XXI. Además de los obstáculos de siempre (la sobrerreglamentación, la «protección» gubernamental, la falta de protección de la propiedad, barreras arancelarias, carencias de certeza jurídica, etc.), habría que agregar la percepción del éxito del Partido Comunista Chino en cuanto al crecimiento económico en China. Partiendo de una base casi negativa después de los fracasos rotundos del Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural china, dejando más de treinta millones de muertos y una economía en ruinas, los cambios iniciados por Den Xiaoping y Lin Biao, basados en elementos del capitalismo, empezaron a tener resultados positivos. Sin embargo, las tensiones entre un Gobierno autoritario y las características de un mercado libre son difíciles de resolver, así que la impresión de un modelo nuevo es un obstáculo importante. Hasta que esas tensiones se resuelvan con el fracaso del modelo chino, habrá muchos países que intentarán copiar el modelo chino, el cual representa un obstáculo enorme. Las enseñanzas clásicas de Smith, Ricardo, Hayek, Von Mises, Friedman, Sowell y muchos otros se tienen impartir con mayor efectividad. En cuanto a los estímulos, la evidencia demuestra claramente que países con mercados abiertos —Luxemburgo, Irlanda, Suiza, Noruega, Singapur, Islandia, Dinamarca, Australia, etc.— son los que producen mayor riqueza per cápita. En contraste, simplemente tomando ejemplos de nuestro hemisferio, observamos la evidencia económica de Cuba, Nicaragua, y Venezuela. Sistemas que no emplean economías basadas en mercados abiertos, basadas en fundamentos de la libertad, están condenados a fallar.

¿Qué Gobiernos son más susceptibles de ser presionados o coaccionados, y cuáles son los mecanismos de coacción efectiva? Los Gobiernos débiles, por una gran variedad de factores, son los más susceptibles. La ciencia política se enfoca en la importancia de tener instituciones fuertes para generar una gobernabilidad efectiva, y sin duda las instituciones son clave. Pero siempre hay que recordar que por mejor diseñadas y construidas que estén, si la materia prima que las compone y manejan no es idónea, la capacidad de las instituciones será disminuida. En muchos países, la falta de desarrollo de los sistemas políticos, económicos y judiciales es el resultado de una sociedad carente de una cultura de educación. Si hay una cultura de corrupción, de una falta de respeto al imperio de la ley y el Estado de derecho, es muy probable que las instituciones están pobladas de gente con valores cuestionables. Estos son los Gobiernos más susceptibles de ser presionados. En cuanto a los mecanismos de coacción efectiva, típicamente es a través de una de dos modalidades: poder o dinero. Si los políticos son susceptibles a ofertas de dinero o poder, no es ningún desafío presionarlos. Y, dada la realidad que hay actores en el mundo completamente dispuestos a ofrecerlo —y los Gobiernos totalitarios utilizan estas prácticas—, seguimos viendo los resultados alrededor del mundo.

¿Qué ventajas y desventajas enfrentan las religiones monoteístas en los nuevos escenarios globales? Aclarando que no soy experto en las religiones ni monoteístas ni politeístas, propongo que las sociedades creyentes tienen la ventaja de no creer que el Estado les va a solucionar sus problemas. Reconozco que el islam tiene la característica de tener una visión distinta en cuanto a la separación entre lo político y lo religioso, y eso que en general los musulmanes tienden a pensar que el islam tiene reglas para mantener los políticos honestos y proteger los derechos de sus ciudadanos.

¿Qué problemas socioeconómicos comunes enfrenta la humanidad (trata de personas, narcotráfico, contaminación, persecución religiosa, manejo de redes sociales, corrupción, etc.)? Tal como lo menciona la pregunta, los problemas socioeconómicos indicados que enfrenta la humanidad efectivamente son comunes globalmente. Las ventajas de los mercados libres que favorecen el intercambio de bienes legales también permiten el flujo de bienes lícitos. El poder del mercado es fuerte: proveedores de cualquier sustancia compiten entre sí para satisfacer la demanda. Desafortunadamente, hay demanda para bienes y servicios de carácter negativo, sea esto la pornografía infantil; el tráfico de niños para el comercio sexual, maderas protegidas, animales a punto de extinción, etc.; mercancía falsificada… en fin, una infinidad de bienes y servicios que se desarrollan para satisfacer la demanda de gente deshonesta. Y mientras los Gobiernos no tengan instituciones suficientemente fuertes para monitorear y prevenir los flujos de los mercados negros, estos seguirán proliferando.

¿Cómo influye la filosofía de la libertad en la opinión pública internacional? La respuesta corta es, de manera positiva, claro. El desafío primordial no es la falta de información verídica (eso sobra), sino la inhabilidad de sociedades de entender la fortaleza de la libertad, de difundir las bondades de la libertad. A pesar de filósofos enfatizando la importancia de la libertad de pensamiento, de religión, de organización política y económica por cientos de años, y a pesar de la evidencia contundente los éxitos de sociedades libres y los fracasos en donde las sociedades no gozan de libertad, todavía se resiste. Sin ofrecer números exactos, me atrevo a decir que apenas un tercio de las sociedades del mundo han logrado condiciones en las cuales la libertad es un factor dominante. Eso sugiere que la mayoría de las sociedades en el mundo siguen sufriendo bajo reglas injustas y sin libertades plenas. ¿Por qué existe tal situación? Porque los grupos que controlan el país ya sean reyes, caciques, líderes religiosos, caudillos, etc. así lo desean. Y a pesar de la gran cantidad de información disponible en casi todo el mundo, los que controlan las armas tienen la capacidad de restringir y limitar las acciones de sus sociedades. Vemos como individuos deseando la libertad que a mi juicio es una característica humana que transciende raza, etnia, o género son reprimidos por gobiernos autoritarios. No hace falta nombrar a Irán, Corea del Norte, o Iran, o Somalia; tenemos ejemplos claros en Cuba, Nicaragua, y Venezuela en donde los gobiernos niegan las libertades individuales políticas, económicas, y sociales.

¿Qué valores morales parecen guiar los discursos globalistas, y qué valores hace falta rescatar? Es imposible captar los pensamientos de todos los globalistas; hay muchas visiones distintas. No me cabe duda que para muchos globalistas, sus intenciones están basadas en intenciones de mejorar la calidad de vida de las poblaciones en el mundo entero. Hay algunos que quieren imponer su visión de arriba hacia abajo, y otros que sueñan con el proceso hacia el globalismo fuese de abajo hacia arriba de manera voluntaria. Sus valores morales son difíciles de discernir, aunque seguramente argumentarían que los valores son humanistas en su origen. Asúmanos que tienen las mejores de intenciones. De manera semejante a muchos comunistas o socialistas, que también seguramente incluyen personas motivados por el bienestar de la sociedad, todos operar bajo el esquema de que la esperanza supera la experiencia. Porque la experiencia demuestra claramente que tratar de controlar grandes segmentos de la población produce miseria, no abundancia. Con respecto a cuales valores hace fala rescatar, volvemos al principio: hay que construir cualquier esquema con su fundación en la libertad.

¿Es el marxismo cultural un ejemplo de globalismo totalitario? Si extendemos los principios del marxismo a su máxima expresión, la respuesta es sí. El marxismo visualiza un mundo en el cual el estado en nombre del pueblo, obvio es el dueño del capital, de los medios producción, de toda propiedad, para poder servirles de manera más justa a la sociedad. Brillante en su simplicidad. Hay un solo desafío: no ha funcionado en ningún país del mundo. A menos que uno piensa que El Gran Paso Adelante en China o los esfuerzos de la Colectivismo en la Unión Soviética fueron exitosos. Pero bueno, no nos concentremos en esas realidades, sino en las metas del marxismo, las cuales son el bienestar del pueblo y para los trabajadores. Y si esas metas son válidas para los pueblos en un territorio específico, seguramente son válidas para trabajadores en todo el mundo.

¿Es el marxismo cultural una amenaza a la libertad de las personas? La pregunta más fácil de contestar de todas. Sí. Punto.

¿Habrá una III Guerra Mundial? Desafortunadamente, no argumento que es una certeza, pero temo que las posibilidades de una III Guerra Mundial son mayores que 50 por ciento. Parto de la presunción de que los países totalitarios más poderosos China, Rusia, Irán, y Corea del Norte calculan que el Occidente no tiene la disposición de enfrentar sus aspiraciones expansionistas. Tienen tácticas distintas; por ejemplo, Rusia utiliza la fuerza militar de manera directa; China es más sutil, expandiendo a través de medios económicos; o Irán, empleando sus «proxies» de Hamás, Hezbollah, y los Hutíes. Van a seguir actuando de estas maneras porque son tácticas exitosas. Pero en algún momento, habrá un error o un accidente, y el Occidente va a reaccionar de manera no esperada, y la posibilidad de que estalle una conflagración militar mayor se realiza.

Si la agresión militar ya no es una opción popular en el concierto de naciones, ¿cómo se dilucidan los conflictos entre países? ¿En las cortes, a través de demandas, litigios y reclamos; en los medios de comunicación y en las redes? Si esta pregunta fuera hecha en el año 2010, podríamos aceptarla. Sin embargo, desde el 2014 con la anexión de Crimea por parte de Rusia, y peor aún la invasión a Ucrania en febrero del 2022, la premisa ya no es válida. Irán está utilizando fuerza militar a través de sus proxies en contra de Israel. China está utilizando la fuerza en el Mar de la China Meridional para amenazar a las Islas Filipinas, a Vietnam, a Malasia, y sobre todo en contra de Taiwán. Pero además del poder duro, muchos países están empleando otros instrumentos de poder nacional, incluyendo lo económico, la inteligencia encubierta, pero sobre todo la información. En un mundo interconectado por redes sociales y noticas 24/7, la capacidad de influir por estos medios con información errónea, la desinformación, y la malinformación, cada vez más realizada con inteligencia artificial o con bots, es un terreno muy fértil para aquellos actores más allá del uso militar.

¿Qué aprendemos de esfuerzos individuales y colectivos por salir, eludir o evitar las fuerzas globalistas, como por ejemplo las ciudades libres, las personas sin nacionalidad y el catolicismo comunitarista? En pocas palabras, todos estos esfuerzos son ejemplos de la sociedad civil rechazando la visión de los globalistas. Es alentador ver como la sociedad civil que aprecia y valora la libertad se están organizando para desarrollar ideas nuevas para promover valores de la libertad.

Concluyamos. La evidencia nos muestra sin lugar a dudas que los sistemas políticos y económicos basados en la libertad, sostenidos por el estado de derecho, han logrado enriquecer las vidas de los ciudadanos afortunados de vivir en esos países. Eso no significa que la vida es fácil y que no hace falta esforzarse, o que el desarrollo desde mediados del siglo XIX no experimentó fracasos a lo largo del camino. Pero si comparamos el bienestar del ser humano del siglo XXI al del siglo XIX, no hay debate. Tenemos la ventaja de poder evaluar los proyectos nacionales de 193 países y analizar cuales han sido más exitosos en cuanto a proveer bienestar para sus ciudadanos. Todos los países de mayor bienestar sin excepción son países cuyos sistemas políticos y económicos están basados en la libertad. El hecho que aún existen experimentos con sistemas totalitarios, líderes autoritarios, que controlan sus poblaciones en vez de permitirles libertad y de esa manera empezar a construir futuro, no altera la realidad. Efectivamente, mi evaluación con respecto al Globalismo y Totalitarismo en el siglo XXI sí es negativa en el corto plazo. Los que siguen controlando y manipulando a sus sociedades van a seguir haciéndolo en el corto plazo, no tengo duda. El hecho de que hay personas que están dispuestos a sacrificar un poco de libertad para lograr algo de seguridad y estabilidad no es de sorprenderse; vivir en un ambiente inseguro y violento no es grato. Pero tengo fe que en el largo plazo, mientras la información sobre los beneficios de vivir en un país libre se divulga con mayor efectividad, habrá cada vez más presión para que las cosas cambien a un mundo donde la libertad florece cada vez más.

Referencias

Fukuyama, F. (1992). The End of History and the Last Man [El fin de la historia y el último hombre]. Simon & Schuster.

Hough, P., Pilbeam, B. y Stokes, W. (2021). International Security Studies: Theory and Practice [Estudios de seguridad internacional: Teoría y práctica]. Routledge. https://doi.org/10.4324/9780429024177

Kennedy, P. (1987). The Rise and Fall of the Great Powers [El ascenso y la caída de las grandes potencias]. Lexington Books.

Steger, M. B. (1987). Globalization in the 21st Century [La globalización en el siglo XXI]. Rowman & Littlefield.

Derechos de Autor (c) 2024 Craig A. Deare

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El autor no recibió financiamiento para escribir este artículo.


1 La literatura sobre la globalización y el globalismo es vasto. Una publicación reciente es Globalization in the 21st Century, de Manfred B. Steger (2024). Un ejemplo clásico es The Rise and Fall of the Great Powers, de Paul Kennedy (1987).

2 Un ejemplo de una entidad que promueve una visión de esta índole es el World Economic Forum, una organización no gubernamental internacional con sede en Suiza.