Convocatoria del volumen 6, número 2

Libertad, fe y política
Julio-diciembre de 2023


Uno de los temas más antiguos y recurrentes en la historia de la humanidad es la tensión entre los individuos fuertes y las comunidades a las que pertenecen. Esta tensión se agudiza cuando se trata de la relación entre la autoridad religiosa y la autoridad política. La condena social del individuo que escapa a las normas imperantes es un tema inspirador de una amplia gama de obras literarias y filosóficas, desde la Apología de Sócrates a la Biblia, desde el Ensayo sobre la libertad de Stuart Mill a Los anormales de Foucault. La trascendencia de estos temas reside en su capacidad para inspirar reflexiones sobre el futuro de la civilización occidental. ¿Cómo pueden los individuos florecer en comunidades sin ser sometidos a los dictámenes de autoridades políticas o religiosas?

En este sentido, una de las preguntas fundamentales es: ¿puede el individuo realizarse y florecer en ausencia de una comunidad? Planteado de forma simple, ¿qué es un profesor sin sus estudiantes, una bailarina sin espectadores o un médico sin enfermos a los que curar? La respuesta: nadie. La comunidad es, por tanto, necesaria para la realización de la persona. Sin embargo, la comunidad, ya sea social o política, no puede concebirse sin algunos conceptos que se han tomado de los principios de la fe. Por ejemplo, la comprensión misma de comunidad supone nuestra hermandad, obtenida de la filiación divina. Asimismo, nuestra comprensión del poder, de la autoridad e incluso del sacrificio está mediada por los conceptos que hemos heredado de una tradición religiosa. Estas transferencias de significados tienen como resultado la comunidad política tal como la conocemos hoy en día. En vistas a su desarrollo y madurez, a la felicidad de los individuos que la componen y al enriquecimiento psíquico, material y espiritual del conjunto, es clave dar respuesta al siguiente interrogante: ¿cómo resolver la tensión entre una comunidad que homogeniza y un individuo que se debilita si se somete a sus dictámenes?

Por otro lado, es importante reflexionar sobre la naturaleza de las instituciones sociales y políticas con el fin de que, en lugar de destruir el potencial de cada persona, lo fortalezcan. A eso nos referimos con florecimiento humano. ¿Cómo pueden las comunidades evitar ceder poderes a políticos que adoptan discursos que homogenizan a los individuos? ¿Puede la humanidad crear comunidades integradas por hombres fuertes y libres o es esta una utopía libertaria? ¿Es la sociedad política ideal para los cristianos, una sociedad colectivista, o caben en ella muchos hombres fuertes? ¿Puede la teología desvincularse de la política? ¿Es la religión un instrumento de sometimiento o un instrumento liberador? ¿Cómo se sirve la política del lenguaje teológico y la teología del lenguaje político? ¿Es posible una comunidad en la que los individuos fuertes puedan florecer sin ser sometidos a las normas y convenciones de la mayoría? ¿Cómo podemos equilibrar el poder entre la autoridad religiosa y la autoridad política para que no se impongan restricciones injustas a la libertad de las personas? ¿Es la religión una herramienta de sometimiento o de liberación? ¿Cómo podemos construir comunidades que no anulen la individualidad de sus miembros y que, al mismo tiempo, promuevan el bien común? ¿Es la convivencia pacífica siempre resultado de una homogeneización lingüística, cultural, religiosa y política o puede existir una comunidad compuesta por individuos fuertes y libres?

En definitiva, el objetivo de este número es explorar las tensiones y los desafíos en la relación entre individuos y comunidades, autoridad religiosa y autoridad política, poder y libertad. Invitamos a autores a reflexionar sobre estos temas desde diversas perspectivas, incluyendo la filosofía política, la teología, la ciencia política, la sociología y la historia. Esperamos contribuir al diálogo constructivo y al pensamiento crítico sobre uno de los desafíos más importantes y urgentes de la humanidad en todos los tiempos de nuestra historia.

Camilo Bello Wilches Vanessa Kaiser

Director de publicaciones Editora invitada