La revolución indigenista avanza en todas las naciones
de América


The Indigenista Revolution is Advancing in All the Nations of the Americas

Eugenio Trujillo Villegas

Sociedad Colombiana Tradición y Acción

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Resumen: En todos los países de América se ha desatado un conflicto con las poblaciones indígenas. Comenzó en 1992 con la celebración de los 500 años del Descubrimiento y con la fundación del Foro de São Paulo en 1990. En realidad, es un proyecto del marxismo cultural, con alcance universal, que pretende presentar el sistema de vida de los indígenas como el ideal de la sociedad del futuro, junto con la imposición de un sistema socialista radical. La meta es abolir la propiedad privada, acabar la sociedad de consumo y convertir los restos de la civilización cristiana en un sistema gobernado por una tiranía impuesta por gurús, chamanes religiosos y dictadores.

Palabras clave: indigenismo, civilización cristiana, marxismo cultural, teología de la liberación, Iglesia católica.

Abstract: Conflict with indigenous populations has broken out in all the countries of America. It began in 1992 with the celebration of the 500th anniversary of the Discovery and with the founding of the São Paulo Forum in 1990. In reality, it is a project of cultural Marxism, with universal scope, which aims to present the indigenous system of life as the ideal of the society of the future, along with the imposition of a radical socialist system. The goal is to abolish private property, end consumer society and convert the remains of Christian Civilization into a system ruled by a tyranny imposed by gurus, religious shamans and dictators.

Keywords: Indigenismo, Christian Civilization, Cultural Marxism, liberation theology, Catholic Church.

Es una realidad que en los últimos años se han agravado los conflictos con los pueblos indígenas en todos los países de América. Desde Canadá hasta la Patagonia, pasando por cada una de las naciones americanas, es como si hubiera un volcán oculto por debajo de la tierra, que de vez en cuando hace erupción en forma violenta y entonces se ejecutan actos vandálicos y terroristas que amenazan la sociedad. Esto es un grave indicador de que algo anormal está aconteciendo, y cuando estas cosas suceden, las evidencias confirman que no se trata de asuntos aislados, que surgen en forma espontánea aquí y allá, sino que corresponde a una vasta articulación continental que va avanzando en forma implacable con un objetivo preciso y muy bien determinado.

Antecedentes

El origen de esta situación se remonta a 1992, cuando se celebraron los 500 años del descubrimiento de América. Entonces, el mundo entero se unió a las celebraciones, que fueron magníficas, pues la grandeza del acontecimiento no era para menos. Sin embargo, en forma paralela, surgió un movimiento mundial que comenzó a cuestionar implacablemente la grandeza de la gesta civilizadora emprendida principalmente por España, que no solo descubrió el continente americano, sino que a lo largo de estos cinco siglos emprendió una colosal transformación cultural y civilizadora.

Las numerosas tribus indígenas, que vivían en estado salvaje y primitivo, fueron convertidas gradualmente al catolicismo. Fueron civilizadas de acuerdo con los principios cristianos y con el correr de los años se fueron eliminando entre ellos los vestigios del paganismo, erradicando las monstruosas costumbres y ritos comunes a todas las poblaciones indígenas, absolutamente inaceptables en cualquier época de la humanidad. Tal es el caso de los sacrificios humanos, el canibalismo, la adoración de la naturaleza, la proliferación de dioses, la tiranía como habitual forma de gobierno, y muchas otras costumbres, creencias y tradiciones indígenas que fueron superadas por la historia y por la civilización.

Fundación del Foro de São Paulo

Por la misma época de los 500 años del Descubrimiento, dos líderes comunistas de gran relevancia fundaron en Brasil el Foro de São Paulo, en 1990. Fidel Castro y Lula da Silva unieron esfuerzos para aglutinar a todas las izquierdas latinoamericanas en un mismo discurso ideológico, doctrinario y político, que tiene como objetivo promover la revolución social y la guerra política en todas las naciones del continente. Poco después, en 1999, se unió a ellos otro personaje nefasto para Latinoamérica, el venezolano Hugo Chávez, quien poco después tomaría el poder en su país a través de un golpe de Estado, imponiendo una dictadura que perdura hasta nuestros días a través de su sucesor, Nicolás Maduro.

El nuevo aliado aportó la chequera inmensa y corrupta del Estado venezolano, que se convirtió en el financiador ilimitado de todas las aventuras socialistas en el continente. Y así, durante estos últimos treinta años, el socialismo latinoamericano se expandió en forma prodigiosa, comprando voluntades, sobornando instituciones y personas, y desarrollando una inmensa labor subversiva que ha rendido sus frutos, pues todas las naciones iberoamericanas sufrieron el embate del socialismo y algunas de ellas sucumbieron ante él.

Una de las banderas de la nueva revolución socialista fue precisamente la cuestión indígena. Por un lado, el discurso de reivindicación contra la civilización occidental fue muy radical, en el sentido de que había que pagar una deuda histórica con las tribus indígenas, que, según ellos, habían sido despojadas de su territorio, de sus costumbres, de su religión y de su forma de vida primitiva.

En la declaración pública realizada por sus fundadores, se deja constancia que asistieron cuarenta y ocho organizaciones y partidos políticos del continente, que se unieron alrededor del Foro de São Paulo para reflexionar acerca de los acontecimientos mundiales después de la caída del Muro de Berlín. Ello quiere decir claramente que era necesario encontrar una vía diferente a la del marxismo totalitario de Rusia, para imponer el comunismo en el mundo.

El Foro tiene su origen en la convocatoria de Lula (da Silva) y Fidel Castro a partidos, movimientos y organizaciones de izquierda, en julio de 1990, para reflexionar sobre los acontecimientos post caída del Muro de Berlín y los caminos alternativos y autónomos posibles para la izquierda de América Latina y del Caribe, más allá de las respuestas tradicionales.

Ese primer encuentro se dio en la ciudad de Sao Paulo y reunió a 48 partidos y organizaciones, que representaban diversas experiencias y matrices político–ideológicas de toda la región latinoamericana y caribeña. (Foro de São Paulo, s.f.)

Avance implacable del marxismo cultural

Por otro lado, a este proyecto político se le unió un hecho muy grave. El marxismo cultural, que viene expandiéndose por el mundo con su nueva faceta aparentemente pacífica e inofensiva, descubrió en lo más profundo de la cultura indígena una similitud extraordinaria con los postulados igualitarios de Marx y de Engels, los ideólogos y fundadores del comunismo.

Según los promotores del indigenismo, el sistema de vida indígena encaja perfectamente con los postulados más radicales del marxismo. En ambos se niega el principio civilizador de la propiedad privada, que no existía en las tribus indígenas, y que el marxismo pretende abolir sistemáticamente. Además, los conceptos de progreso, empleo, desarrollo, gestión empresarial, generación de riqueza, desarrollo social y justicia social, son ajenos a la mentalidad y a la forma de gobierno y de subsistencia de los indígenas, pues su filosofía y su sistema de vida corren contrario a estos postulados.

Entonces, la tribu indígena pasó a ser propuesta como el modelo perfecto para la creación de un nuevo tipo de sociedad, lo cual ha sido acogido por la Agenda 2030, que es el derrotero que se le quiere imponer al mundo en la actualidad. La nueva concepción marxista del futuro quiere un mundo sin industria, sin comercio, sin desarrollo económico, sin aviones, sin barcos, sin automóviles, donde cada región debe vivir de lo que produce y únicamente de lo que necesita en forma prioritaria. Según ellos, este modelo de vida es el único que puede salvar al planeta de una catástrofe ambiental, climática y humanitaria que eventualmente conducirá a la extinción de la raza humana, lo cual es una farsa y una mentira repetida con insistencia.

Esa es la teoría impulsada por marxismo del siglo XXI, y es por ello que esa secta política e ideológica plantea la abolición del petróleo, del gas y del carbón como fuentes de energía. Pretenden acabar con la industrialización, el comercio, el consumo, el capitalismo, la propiedad privada y con la libre iniciativa privada, para reemplazarlos por el trueque, la pobreza y la miseria del socialismo. Es la alternativa terrible a la cual está siendo sometido el mundo actual. El objetivo es tomar el edificio grandioso de la civilización cristiana, construido a lo largo de veintiún siglos de historia, para reemplazarlo por el sistema indígena primitivo, primario, socialista y pobre.

Principalmente, lo que quieren los teóricos de esta concepción absurda de la cultura y de la civilización, es imponer el ideal de la revolución marxista, que hasta ahora nunca se alcanzó en ninguna parte. Según ellos, esta será la etapa posterior a la del estado totalitario que crearon Lenin, Stalin y Fidel Castro.

El posmarxismo que pretenden imponer al mundo es la sociedad sin Estado, gobernada dictatorialmente por caciques, por gurús y por chamanes, que serán una mezcla de autoridad política y religiosa, para imponer el igualitarismo a todos los seres humanos. Entonces, según sus promotores, el mundo del futuro pasará a vivir en el sistema de vida primitivo de las tribus indígenas.

¿Será esto una novela de ciencia ficción? Pues no lo es. Es una realidad en plena ejecución, con muchos adalides que la quieren imponer desde ya. Uno de ellos es la ONU, sumado a un conglomerado muy activo de ONG dispersas por el mundo, que proclaman esta teoría absurda como una realidad para el día de mañana. Algunos presidentes, como el de Colombia —Gustavo Petro—, ya comenzaron a ejecutar este plan siniestro, exigiendo que se acabe la exploración de petróleo, del gas y del carbón en Colombia, como el gran inicio de esta revolución económica y cultural. Por supuesto, pretendiendo imponer las más aberrantes teorías del socialismo, que no hacen otra cosa que demoler el desarrollo de nuestros países, alcanzado durante cientos de años de trabajo y esfuerzo.

La profética denuncia del profesor Plinio Correa de Oliveira

El primero en denunciar y demostrar la realidad de este proyecto insensato fue el gran pensador brasileño Plinio Correa de Oliveira (1908-1995). En la década de 1980 publicó el libro Tribalismo indígena, ideal comuno-misionero para el siglo XXI. Este libro es una denuncia extraordinaria y ampliamente documentada, que demuestra cómo este plan siniestro de destrucción de la civilización ha comenzado a andar. Un agravante extremo es que a este proyecto se han sumado los corifeos de la teología de la liberación, que también tienen una formación marxista y que promueven este radical cambio de paradigma al interior de la Iglesia católica.

O sea que el movimiento indigenista ya no es apenas una fuerza política que expande sus ideas, sino que también es una corriente religiosa que se dice católica —aunque evidentemente no lo es— y que viene transbordando la mentalidad de muchos católicos hacia la defensa y la promoción del socialismo, disfrazado con estos ropajes.

En Brasil, es un hecho que la izquierda católica ha jugado un papel preponderante en la elección de Lula da Silva las tres veces que ha sido presidente. Y también, que los grandes conflictos políticos, de invasiones de tierras, de lucha de clases, de destrucción de la economía y de supuesta protección de la Amazonía, vienen siendo promovidos junto con el conflicto indígena, que se ha convertido en una fuerza política de gran importancia, siempre a favor de la izquierda y del comunismo.

En el libro mencionado sobre el tribalismo indígena, afirma el profesor Plinio Correa de Oliveira (2008):

. . . Las analogías entre la vida en la tribu y la vida de la soñada sociedad comunista: la comunidad de bienes de la tribu, la ausencia completa de lucro, de capital, de salarios, de patrones, de empleados, y de instituciones de cualquier especie. Solo la tribu podrá absorber todas las libertades individuales de ese pequeño grupo humano no fruitivo, por eso mismo débilmente productivo, nada competitivo, y en el cual los hombres viven satisfechos y sin problemas, porque se despojaron de su «yo» y de su «egoísmo». (p. 51)

Es posible que estos conceptos sobre la revolución indigenista puedan parecer utópicos para algunas personas. Ellos parecieran alejados de la realidad y un tanto confusos. Es precisamente la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), quien nos explica la forma en que la Iglesia católica planea divulgar estos conceptos «evangelizadores». Sin embargo, es necesario explicar previamente, a quienes no están familiarizados con la situación de Brasil, que muchos obispos de esa nación son promotores radicalizados de la teología de la liberación, que proclama como propias todas estas doctrinas.

Pues bien, en la Primera Asamblea Nacional de la Pastoral Indigenista, los obispos de Brasil emitieron una escandalosa y polémica declaración, que obviamente va en contravía de las milenarias enseñanzas de la Iglesia católica, en la cual dicen lo siguiente:

Los indios ya viven las bienaventuranzas. No conocen la propiedad privada, el lucro, la competencia. Poseen una vida esencialmente comunitaria en equilibrio perfecto con la naturaleza. No son depredadores, no atentan contra la ecología. Viven en armonía. Las comunidades indígenas son una profecía futura para esa forma nueva de vivir, donde lo más importante es el hombre. (Correa de Oliveira, 2008, p. 62)

Esta declaración hecha por los obispos de Brasil corresponde a lo que viene siendo implementado por la mayoría de ellos como una política oficial de la Iglesia católica frente a los problemas de las comunidades indígenas, desde hace por lo menos cuarenta años. Coincide perfectamente con la fundación del Foro de São Paulo y también con la celebración de los 500 años del descubrimiento de América.

En realidad, todo este asunto indígena es una gran articulación universal promovida por los enemigos de la civilización cristiana, por la izquierda católica, por la teología de la liberación, y por todas las manifestaciones del marxismo cultural en el mundo, que corresponde a las mismas personas e instituciones que proclaman las mentirosas catástrofes climáticas que supuestamente destruirán la vida en el planeta.

Estamos pues ante un plan preconcebido, que se viene ejecutando al pie de la letra en todas las naciones.

La realidad del conflicto indígena en América

Ante este panorama sombrío y preocupante, veamos la realidad del continente americano frente a los conflictos indígenas. Lo haremos comenzando por Canadá, en el extremo norte del continente, y terminaremos en el extremo sur, en la Patagonia.

Canadá

En junio de 2021 estalló un escándalo mundial en el cual el gobierno de Canadá acusó a la Iglesia católica de promover un «genocidio», «asesinando a miles de niños indígenas», para después enterrarlos en fosas comunes. Esos supuestos crímenes se habrían cometido durante el siglo XIX en las llamadas «escuelas residenciales indígenas». Este fue un programa del gobierno canadiense para educar a los niños indígenas y fue administrado durante muchos años por diferentes iglesias cristianas y también por la Iglesia católica.

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se comunicó con el papa Francisco para exigir una reparación y un pedido de perdón de la Iglesia, y entre ambos se organizó una visita del papa a Canadá. Esta se realizó en el año 2022, en la cual el papa pidió perdón por los crímenes cometidos por la Iglesia.

Sin embargo, una vez hechas las investigaciones del caso, que ocupó la máxima atención en casi todos los medios de comunicación del mundo, se estableció que efectivamente sí habían muerto muchos niños indígenas en esas residencias, pero que el principal responsable había sido el gobierno de Canadá y en ningún caso la Iglesia católica. Ese programa era administrado por el Departamento Canadiense de Asuntos Indígenas y ellos fueron los responsables de esas muertes.

El Dr. Scott Hamilton, del Departamento de Antropología de Lakehead University (Ontario, Canadá), quien hizo una contundente investigación sobre el caso, afirmó que en esos hechos la Iglesia católica no había tenido culpa alguna; que los muertos fueron por negligencia del Estado y por falta de presupuesto del programa para atender las necesidades de los niños indígenas; que las supuestas fosas comunes eran sencillamente cementerios públicos abandonados, donde se enterraban todos los muertos, incluyendo misioneros, maestros, miembros del programa, niños y ancianos; y que esa era una época en que la mortalidad era muy alta, tanto de niños como de adultos.

Por último, ese informe dice que el caso ya era muy conocido en Canadá desde hace años, pero que fue aprovechado por la izquierda marxista para hacer un estruendo mediático en todo el mundo para promover la revolución indigenista, para desatar en su nombre una oleada de odio contra la Iglesia católica. De hecho, se manifestó incendiando algunas iglesias, destruyendo su mobiliario y promoviendo graves persecuciones contra sus miembros y dignatarios (Trujillo Villegas, 2022a, pp. 71-72).

Estados Unidos

Aunque hasta ahora no ha habido graves conflictos con los indígenas de los EE. UU., es un hecho que en ese país también se han presentado algunas situaciones preocupantes. Una de ellas fueron las manifestaciones y amenazas contra la estatua ecuestre de san Luis Rey de Francia, de la ciudad de Saint Louis (Misuri), en el año 2020, durante varias protestas de carácter racial realizadas en todo el territorio de los Estados Unidos.

Otro de los monumentos que también recibió graves amenazas, fue el del misionero español fray Junípero Serra, evangelizador de la actual California y fundador de sus principales ciudades, como Los Ángeles, San Francisco y San Diego.

México

El de México es uno de los más antiguos conflictos con las comunidades indígenas. En 1994 surgió el llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional, organización armada que le declaró la guerra al Estado mexicano y que desde entonces se ha convertido en vocera de las tribus indígenas de México, especialmente en el estado de Chiapas, al sur de México, junto a la frontera con Guatemala.

Como común denominador de todas las organizaciones indigenistas en América, es necesario decir que la izquierda católica ha sido la promotora de esta lucha política, a través de algunos de sus obispos y de las organizaciones religiosas comprometidas con la teología de la liberación. En el caso de la revolución indígena de Chiapas, fue evidente el papel promotor del obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, el ya fallecido monseñor Samuel Ruiz García (1924-2011). Él fue el alma de la revolución zapatista, el líder y el responsable de su fundación y organización durante todo el tiempo que estuvo en el gobierno de su diócesis.

A lo largo de estos casi treinta años de lucha, los zapatistas han enfrentado al Estado mexicano y han promovido una revolución política de corte marxista, mezclando sus exigencias políticas y raciales con las doctrinas de la izquierda católica, que ha tenido un papel preponderante en muchas naciones centroamericanas.

Colombia

El conflicto indígena en Colombia surgió en la década de 1990, con la promulgación de la nueva Constitución del país, que reconoció unos derechos territoriales a algunas comunidades indígenas.

En realidad ese conflicto se ha desatado principalmente en el departamento del Cauca, al sur occidente de Colombia, región en la cual habitan unos 300 000 indígenas en medio de una población no indígena de 1 200 000 habitantes. A pesar de que el Estado les ha concedido tierras en cantidades enormes, al punto que ahora tienen 1 300 000 hectáreas en sus resguardos, los indígenas pretenden invadir y conquistar el resto de las tierras del departamento del Cauca por medio de invasiones, y de una actividad violenta y depredadora en contra de todos los predios vecinos de los cabildos.

Por esta situación, ese departamento está en la más grave crisis de toda su historia y toda la región del pacífico colombiano está amenazada, puesto que esas comunidades extorsionan, amenazan y agreden a todo su vecindario, que afecta a otros tres departamentos: Valle del Cauca, Nariño y Putumayo. Para conseguir sus objetivos, regularmente bloquean las carreteras de la región, inclusive durante semanas y meses, de tal forma que las actividades económicas y empresariales se ven profundamente afectadas, pues hacen exigencias cada vez más radicales al gobierno central, para que se les concedan todas sus pretensiones, en contra de la voluntad del resto de la población que está en abierta confrontación con los indígenas.

Esas comunidades indígenas se han aprovechado de los derechos que les ha concedido la Constitución de 1991, pues sus territorios son autónomos en materia judicial y económica, de tal forma que las autoridades legítimas del Estado allí no tienen jurisdicción. De ello se han aprovechado los grupos terroristas, como las FARC y el ELN, que se han establecido también en la misma zona, en alianza con los indígenas, para realizar todo tipo de actividades delictivas, como es el caso de los cultivos de coca y de laboratorios para producir cocaína destinada para los países consumidores, como Estados Unidos y Europa.

Todo este conflicto ha sido descrito en forma completa en un libro de mi autoría, escrito en el año 2022, que ha tenido una amplia divulgación: La extorsión indigenista. En esas páginas está el más profundo análisis del conflicto indígena que se desarrolla en Colombia y en América, con fotos a color de los desmanes y destrucciones que realizan las violentas y radicalizadas tribus indígenas del departamento del Cauca en las ciudades vecinas (Trujillo Villegas, 2022a).

Brasil

Toda la región del río Amazonas, que ocupa el norte de Brasil, está inmersa en un enorme conflicto con las tribus indígenas. Es un hecho que esas comunidades son manipuladas por la izquierda mundial, con el pretexto de conservar la Amazonía, pero la realidad es que al margen de ese problema ecológico, se ha creado un problema político de envergadura mundial que ha empoderado a las tribus indígenas para bloquear el desarrollo económico de Brasil y promover invasiones de millones de hectáreas privadas y estatales, que ha generado un caos económico y político en toda la nación.

Como siempre acontece, es la izquierda católica quien está detrás del conflicto. En Brasil, el personaje de proa del indigenismo fue el fallecido obispo de San Félix de Araguaia, Pedro Casaldáliga. Radical propagandista de la teología de la liberación, en su época se enfrentó al papa Juan Pablo II, quien suspendió a varios obispos brasileros comprometidos con la revolución socialista. Sin embargo, con la llegada al papado de Francisco, la teología de la liberación fue promovida y las sanciones impuestas por el papa anterior fueron levantadas.

Entonces, la impunidad hacia los promotores de este desastre en Brasil es total. En el plano religioso, el papa Francisco los apoya. Y en el plano político, el actual gobierno de Lula da Silva los promueve en forma incondicional, como política de Estado.

Bolivia

La situación de Bolivia es, tal vez, la más trágica de todas. En el año 2005 llegó al poder el líder indígena y cocalero Evo Morales, quien gobernó dictatorialmente a Bolivia durante catorce años, hasta 2019, imponiendo en el país un régimen socialista y legalizando la producción de cocaína y de hoja de coca, con el argumento de que esto es una actividad ancestral de las tribus indígenas.

Esa demagogia marxista implementada durante tantos años en Bolivia, ha desmantelado la actividad empresarial del país, al punto que en el momento está al borde de un colapso económico y financiero.

Chile y Argentina

Estas dos naciones suramericanas nunca habían tenido conflictos importantes con la población indígena. Sin embargo, en el año 2021 —con ocasión de los graves disturbios que hubo en Chile y que destruyeron la economía del país, llevando a la presidencia al Gabriel Boric—, el conflicto surgió de la nada, involucrando a las tribus de los indígenas mapuches que habitan en un territorio que comprende a las dos naciones, muy al sur de Santiago y de Buenos Aires.

Los indígenas han proclamado una república independiente mapuche y se han lanzado en contra de los gobiernos de ambas naciones, exigiendo ser reconocidos como estado soberano e independiente. Es evidente que eso no se ha conseguido todavía, pero la realidad es que eso es lo que exigen.

Cuando aparecieron las primeras protestas, conformadas por grupos armados de indígenas mapuches, la declaración hecha por ellos fue muy clara y categórica:

Instamos a estos perros de guardia de los ricos a abandonar nuestro territorio, porque serán derrotados por la fuerza de los mapuches en armas. Reafirmamos nuestro compromiso revolucionario en acciones de sabotaje a los intereses capitalistas que destruyen y asolan la madre tierra, bien como en acciones armadas contra nuestras comunidades, verdaderas propietarias de la legitimidad territorial. (Trujillo Villegas, 2022b)

Una revolución ecológica, cultural y marxista

Como lo hemos afirmado, todo el continente americano viene sufriendo los embates de una revolución de corte marxista, que no consiste apenas en el desarrollo de una lucha armada para conquistar el poder, sino que involucra otras formas de lucha muy diversas.

Por supuesto que una de esas formas de lucha sigue siendo la revolución armada. En casi todas las naciones americanas existen grupos armados, todos ellos aliados hoy en día con los más importantes carteles de la droga en el mundo.

Tal vez las dos naciones en donde esa alianza política con los carteles de la droga es más radical, e inclusive inverosímil, es en Colombia y en México. Gracias a la tolerancia y permisividad de los gobiernos de estas dos naciones, esos grupos subversivos se han apoderado de regiones enteras, en las cuales ellos se han constituido en autoridad real, puesto que la autoridad legítima es inoperante y se muestra incapaz de gobernar y de hacer cumplir con el ordenamiento jurídico en estos territorios cada vez más extensos.

Eso conduce a un problema mucho mayor. Mientras las autoridades legítimas pierden el control de los territorios ante la arremetida de los grupos terroristas y de narcotraficantes, otra revolución ideológica, moral y cultural va penetrando todas las esferas de la sociedad.

Impulsadas por prestigiosas universidades del primer mundo y por centros de pensamiento orientados a favorecer la izquierda y el marxismo mundial, al continente americano van llegando nuevas ideas que tienen por objetivo demoler el pensamiento cristiano que ha sido el fundamento de nuestra cultura. Esas ideas son precisamente las del marxismo cultural que nos invade, las cuales pretenden resucitar el sistema filosófico, religioso, económico y político de las tribus indígenas.

No se trata de condenar a los indígenas por el hecho de serlo; ello sería una actitud vulgar de racismo, muy alejada de las presentes consideraciones. Se trata de algo más sofisticado: sumergirse en lo más profundo de la historia indígena del continente, para resucitar una concepción peculiar de la sociedad humana que evidentemente es contraria al derecho natural, a la ley natural, al cristianismo y al sentido común. En este sentido, lo que criticamos no son las personas indígenas, sino la propaganda y la doctrina que se quiere divulgar con el falso pretexto de defender sus derechos en la sociedad moderna.

En últimas consecuencias, estamos ante un proceso asombroso de retroceso de la historia, en el cual ciertas conductas que parecían haber sido superadas totalmente por el progreso y los descubrimientos científicos, ahora regresan revestidas de una supuesta sabiduría ancestral, que evidentemente es falsa y constituye un engaño a la opinión pública.

Afirmar que los conocimientos de los indígenas —su sabiduría ancestral, sus instintos unidos a la naturaleza de la madre tierra, y sus costumbres y hábitos— puedan ser convertidos en normas y directrices de un gobierno mundial que ahora deben ser asumidas por el Estado, por la sociedad y por los círculos intelectuales del mundo, es una sinrazón que no se puede admitir.

Este plan de conquista de todas las naciones está contemplado en la Agenda 2030, en las teorías globalistas y en las teorías de las catástrofes ecológicas que supuestamente van a destruir la humanidad. Lo que pretenden es demoler nuestra civilización para conducirnos al mundo del socialismo más radical, a la imposición de la pobreza universal, al desmantelamiento del progreso de la humanidad, para atender las exigencias de una élite mundial que se ha puesto de acuerdo para destruir la civilización cristiana.

Este es el gran problema que debemos enfrentar. No podemos quedarnos apenas en la visión de unos indígenas enfurecidos que asaltan haciendas productivas, que bloquean carreteras o que exigen privilegios para sus poblaciones pobres. Lo que tenemos al frente es un gigantesco plan de conquista cultural y de transformación radical de la sociedad promovida por importantes centros de pensamiento de Occidente, financiado por algunos de los más grandes capitalistas del mundo e impulsado por las más encumbradas autoridades religiosas, como es el caso de la teología de la liberación.

La Pachamama llega a los jardines del Vaticano

En este gran esfuerzo por imponer al mundo la visión indigenista se enmarca la celebración desconcertante realizada en los jardines del Vaticano, en octubre de 2019, convocada personalmente por el papa Francisco con motivo del Sínodo sobre la Amazonía.

Con el fin de generar en el mundo católico una actitud de respeto y consideración hacia la Pachamama —el dios pagano de la madre Tierra que adoran prácticamente todas las tribus aborígenes de América—, el papa convocó a una ceremonia religiosa que se llevó a cabo en los jardines del Vaticano. Fueron invitados varios brujos y gurús, algunos activistas indigenistas, varios cardenales de la curia romana y el séquito que acompaña al papa Francisco en sus actos públicos. Durante la ceremonia fueron instaladas en el suelo algunas figuras de amuletos paganos. Alrededor de ellos se realizó un baile religioso, acompañado de una ceremonia, en la cual los presentes oraron por la conservación de la madre naturaleza. Finalmente, el papa sembró un árbol en el lugar.

Los hechos desconcertaron a muchos católicos, que no comprenden cómo es posible que un acto de esta naturaleza pudo haberse realizado en el Vaticano con la presencia del papa y de algunos cardenales. Pero esos fueron los hechos, que además recibieron una gran cobertura mediática en todo el mundo, en parte también porque al día siguiente un joven católico que estaba indignado con el acto realizado, decidió sustraer la Pachamama de una iglesia de Roma adonde el papa había pedido que se instalara por algunos días, y la arrojó a las aguas de río Tíber, que pasa por el centro de Roma.

El escándalo fue mayúsculo. La policía de Roma hizo las investigaciones de rigor y al final unos buzos especializados recuperaron el ídolo pagano sumergido en el fondo del río. Los acontecimientos pasaron, la mayoría de las personas se olvidaron de ellos, pero quedó para la historia un acontecimiento inaceptable para los católicos, en el cual el papa manifiesta su apoyo y su colaboración irrestricta a un proyecto que es diametralmente opuesto a las enseñanzas de la Iglesia católica, como lo es la adoración de un dios pagano, en un acto realizado en el lugar que es el símbolo del cristianismo.

Estos son los desdoblamientos sorprendentes de la teología de la liberación, que lentamente se van difundiendo en el seno de la Iglesia y por toda la sociedad de Occidente. Esa penetración va produciendo sus efectos demoledores, pues ante la indolencia y la apatía de las grandes mayorías de nuestro tiempo, los valores se van perdiendo, las convicciones morales desaparecen, las autoridades religiosas y civiles los van cambiando lentamente por antivalores, y en consecuencia nuestro mundo se va precipitando en el caos, adonde vamos llegando rápidamente.

Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con los hechos que se vienen sucediendo en el mundo a este respecto, pero lo que no se puede negar jamás es que hay un plan de grandes proporciones, que abarca al mundo antero, con el cual se pretende cambiar radicalmente la forma de vivir de toda la humanidad.

En el aspecto religioso, ese plan supone la abolición de todos los conceptos tradicionales de religión, lo cual incluye no solo a la Iglesia católica, sino también a las demás religiones de origen cristiano. Y en el aspecto sociopolítico y económico, el plan pretende imponer las más radicales formas de socialismo. No importa que la aplicación del mismo conduzca a la miseria y a la pobreza, lo cual es una consecuencia inevitable de la implantación del socialismo. Eso es lo que ellos quieren y es por esto que están luchando.

La meta del socialismo es abolir la propiedad privada

Ante este panorama lleno de complejidades, con toda razón alguien se preguntará: ¿qué relación tiene el problema de los indígenas con la propiedad privada?

¡Pues, tiene que ver mucho! ¡O, para explicarlo mejor, tiene que ver todo! Es una realidad que este conflicto avanza sigilosamente en sus metas y determinaciones rumbo a la conquista de las naciones. Tal como lo hemos explicado, esta maniobra de guerra psicológica revolucionaria tiene como fin último la implantación del marxismo cultural en todas sus formas. Por un lado, en los aspectos morales y culturales, lo cual implica la demolición de los valores cristianos como la familia, la religión, la propiedad privada y el respeto por los derechos de las personas.

Pero como se trata de la imposición del marxismo a las sociedades de todas las naciones, esto sería imposible de realizar mientras exista el concepto de propiedad privada, que es un derecho fundamental de las personas, en el cual reposa la existencia de la misma civilización. La propiedad privada es innata al hombre por ser un derecho esencial de las personas, de acuerdo con la ley natural y el sentido común. Sin propiedad privada tampoco hay familia, porque ambas instituciones son el fundamento de la libertad de las personas, que no solo son dueñas de sí mismas, sino también son dueñas de su trabajo y del fruto de su trabajo.

Esta es una doctrina que la Iglesia católica fue perfeccionando a lo largo de los siglos y que especialmente se desarrolló durante los siglos XIX y XX, en contraposición a las doctrinas marxistas que proclamaban el totalitarismo absoluto y el fin de las libertades personales, lo cual incluía obviamente la negación del derecho a la propiedad. Esta no es apenas legítima, y no es apenas un derecho cualquiera de las personas a poseer cosas materiales. Es un desdoblamiento moral que permite al hombre ejercer su derecho a la libertad, no solo trabajando en lo que él quiere, sino también permitiéndole acumular el producto de su trabajo en algo que produce horror en las mentalidades marxistas: el ahorro.

El marxista desprecia el ahorro, porque para él esto no es necesario en absoluto. En ese sistema es el Estado quien debe proveer las necesidades de las personas, con lo cual todas ellas pasan a depender de quien les da el sustento. Y si el Estado da a cada quien lo que necesita, cuando lo necesita, y a todos les da por igual, de tal forma que nadie puede tener más que los otros, entonces el ahorro pierde su razón de ser.

Así, imponer una sociedad en donde se regrese al sistema de vida primitivo de los indígenas, en donde el Estado sea amo y señor de todas las personas, y en donde nadie pueda tener más bienes que los otros, anulando el régimen de propiedad privada, tenemos entonces la sociedad indigenista perfecta.

Cuando se realizan en forma simultánea todas las condiciones enunciadas es que hemos llegado a la implementación total del marxismo, en medio de una sociedad que tiene como modelo la vida tribal de los indígenas, y en la cual se impone la igualdad absoluta entre todos los hombres, aboliendo por entero las clases sociales.

Es así como llegamos al cumplimiento utópico del marxismo, expresado en una frase lapidaria de los promotores de esta demolición de la civilización cristiana: «no tendrás nada y serás feliz».

Conclusión

El mundo occidental está ante uno de sus más grandes retos. La hipertrofiada sociedad capitalista de nuestro tiempo, en donde todo —a excepción de los valores morales— crece exponencialmente, está padeciendo una crisis que la va conduciendo lentamente hacia un cataclismo.

Ante el peligro inminente, en vez de proponer los correctivos indispensables para evitar la tragedia hacia la que nos dirigimos, lo que se propone es demoler todo y remplazarlo por una sociedad atea e igualitaria. En vez de rescatar y defender los principios que nos llevaron al progreso y al auge de la civilización, la propuesta que prevalece es la de destruir lo que tenemos para construir un mundo diferente. La civilización cristiana se ha construido hasta el presente teniendo a Dios como eje fundamental, pero ahora pretendemos construir otra civilización en la cual Dios está lejos de nosotros.

Esa es en el fondo la apuesta del mundo moderno. Y esa es la agenda por la cual luchan en la actualidad los poderosos de la tierra. Una vez más se repite la historia de la Torre de Babel, en donde los hombres quisieron crear un mundo sin Dios, y lo único que consiguieron fue imponer el caos y el fracaso en todo lo que hacían.

Referencias

Consejo Indígena Misionero. (Julio-agosto de 1975). Debate a la situación indígena a nivel nacional. Boletín del CIMI, Año 4(No. 22).

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Foro de São Paulo. (s.f.). Breve historial y fundamentos. https://forodesaopaulo.org/breve-historial-y-fundamentos/

Trujillo Villegas, E. (2022a). La extorsión indigenista. Ediciones Tradición y Acción.

Trujillo Villegas, E. (8 de enero de 2022b). La extorsión indigenista. Agencia Boa Prensa.

Derechos de Autor (c) 2023 Eugenio Trujillo Villegas

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